La realidad deportiva en Puerto Rico

Puerto Rico, conocido por sus maravillas naturales, comida y cultura, también es eminente en el ámbito deportivo. Nuestra isla se sabe lucir en la mayoría de los deportes, pero rompe barreras en la pelota, el voleibol, el baloncesto y el boxeo, ganando medallas de oro en olimpiadas, competencias NORCECAS y atletas que nos representan en ligas profesionales alrededor del mundo.  

·      El baloncesto tiene una gran fanaticada a nivel escolar y profesional en la BSN. Rivalidades que logran prender cualquier coliseo puertorriqueño en un escenario repleto de cultura. Dicha liga expone a muchos boricuas para que lleguen a jugar internacionalmente, como Estados Unidos y Europa. Un gran ejemplo de esto son Alfred Lee, José Barea y Carlos Arroyo.

·      La pelota es uno de los deportes más antiguos de Puerto Rico, influenciando en gran medida la identidad nacional. El deporte ha abierto muchas puertas y oportunidades a atletas boricuas en las grandes ligas. El equipo nacional de Puerto Rico, con su repetida asistencia en el ‘Baseball World Cup’, ha ganado una medalla de oro, cuatro de plata y cuatro de bronce. Además, en el ‘World Baseball Classic’ se ha logrado llevar  dos medallas de plata en 2013 y 2017.

·      El voleibol es un deporte de gran importancia en la isla. Al igual que el baloncesto es popular en los ámbitos escolares y profesionales logrando llenar coliseos de mucha emoción, música y ánimo. Es un deporte conocido y admirado en ambos masculino y femenino, contando con nuestras propias ligas puertorriqueñas. Nuestras selecciones han participado en muchos torneos significativos como el NORCECA, las clasificaciones al mundial FIVB, los Juegos Olímpicos, los Juegos Panamericanos y otras competencias continentales de gran importancia.

·      El boxeo, aunque un deporte agresivo y normalizado en muchos lugares, es extremadamente importante para la cultura puertorriqueña. Puerto Rico es la casa de más campeones por habitante en el mundo, desarrollando y siendo cuna de boxeadores importantes como lo son: Wilfredo “Bazooka” Gómez, Félix “Tito” Trinidad, Sixto Escobar y Carlos Ortiz.

Con todos estos deportes importantes, Puerto Rico debería tener facilidades buenas y aptas para cada atleta, pero lamentablemente dejan mucho que desear. Hay muchas canchas con goteras, equipo dañado, pintura agrietada y muchos otros factores que impactan a la hora de jugar. Todavía hay facilidades que no se han arreglado desde el paso del huracán María que tocó el 20 de septiembre de 2017 a las 6:15am en Yabucoa. Bajo el gobernador Pedro Pierluisi, en el 2023, se dio una inversión de $94.7 millones en 45 municipios para arreglar las canchas de voleibol y baloncesto de 100 escuelas públicas, lo cual nunca terminó un listado de 100 sino de 95, y todavía está en el proceso de remodelaciones. Pero después se deja saber que nunca fueron 45 municipios sino 39 y no eran $94.7 millones sino $90.9 millones y, para terminar, solo había 15 proyectos de infraestructura; los otros 71 estaban en subasta o pendientes de subastas.

      El Departamento de Recreación y Deportes (DRD) confirmó que más del 90% de los gimnasios en la isla incumplen con la ley ya que no tienen lo necesario para hacer cualquier tipo de movimiento deportivo, dejando manos inexpertas o no certificadas en la preparación física de nuestros atletas. No solo es la infraestructura, sino también la falta de mantenimiento y limpieza. Las pocas facilidades que tenemos no se mantienen. ¿Cómo podemos construir los atletas del mañana si no tenemos dónde entrenarlos y enseñarles? El DRD tiene la obligación de velar por que la ley se cumpla. Apoyar al atleta no es solo apoyarlo cuando gana medallas, sino brindarle condiciones favorables para construir su futuro en su isla.

Esto no puede ser una normalidad. Puerto Rico ya es una isla con buena reputación deportiva; ahora manténganla y apoyen al deporte juvenil, nacional y profesional. No hay motivo para irse de Puerto Rico para tener buenos recursos mientras juegas profesionalmente un deporte; hay que subir los estándares y cumplirlos; no basta con la palabra.